LAREDO, TX. — La reciente conversación entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump y su homóloga mexicana ha resultado en la extensión por un mes de los aranceles del 25% a productos importados. Esta medida busca dar tiempo a negociaciones clave sobre migración y fentanilo, pero genera incertidumbre en importadores y exportadores de ambos países.
El agente aduanal estadounidense Arturo Domínguez destaca que la presión de importadores y exportadores influyó en la decisión de extender la medida. “Muchas empresas americanas tienen fábricas en México, y pagar un 25% al entrar a cada país encarece demasiado el negocio”, explica. En su opinión, Estados Unidos se ha convertido en un país de innovación y desarrollo tecnológico, pero no de manufactura, debido a costos elevados y regulaciones sindicales.
El impacto económico ya se refleja en el mercado. Según Domínguez, el anuncio provocó una caída en las acciones estadounidenses el viernes pasado y podría generar inflación. “Si los aranceles entran en vigor en marzo, afectará el comercio bilateral, obligando a empresas a reconsiderar sus operaciones”, advierte.
A pesar del alivio temporal, algunas empresas ya están tomando medidas para mitigar riesgos. “Tuve un cliente que adelantó varios embarques para evitar futuros costos”, comenta Domínguez, indicando que las compañías buscan acumular inventarios antes de un posible aumento arancelario.
Sin embargo, otros negocios han optado por detener operaciones hasta definir quién asumirá los costos. “Algunas mercancías requieren manufactura tras la importación, lo que complica la recuperación de impuestos”, detalla.
Laredo, como el puerto de entrada número uno de Estados Unidos en 2023, se verá directamente afectado si los aranceles entran en vigor. Domínguez compara la situación con lo ocurrido en Los Ángeles, que perdió competitividad frente a Laredo cuando China enfrentó restricciones comerciales. “Nos afectará seriamente, porque muchas empresas podrían dejar de enviar productos a EE.UU.”, concluye.
Las próximas semanas serán clave para definir el futuro del comercio entre México y Estados Unidos. Mientras tanto, importadores y exportadores ajustan sus estrategias en medio de la incertidumbre.
